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sábado, 2 de junio de 2012





Durmiendo sobre una tostada






El pasillo está muy oscuro y también silencioso, aunque sobre la quietud predominan los murmullos y rezos de un montón de gente, personas que esperan más o menos ordenadas en el pasillo, haciendo cola, una muy larga que dobla al final por la esquina del baño y pasa por la puerta del salón cerrada a cal y canto para que no se cuele la gente. Sigue por el rellano y escaleras abajo, hasta franquear los tres pisos que nos separan de la calle y el portal. En la calle casi da la vuelta a la manzana, hay comercios que abastecen a los que esperan y hacen su agosto particular, venden refrescos, bocadillos e incluso uno, camisetas pirata con la foto de la niña DEIDAD.
En el piso, los padres organizan como cada mañana la cola de visitantes que quieren rezar, pedir algo a la niña, después en sus primeros movimientos precursores del despertar, evacúan a los rezantes y a otra cosa. Yo, concretamente he venido once veces y nunca he conseguido verla porque no aguanta más que cinco o seis preguntas antes de despertarse para ir al cole.
Detrás tengo a una señora que avanza muy seria por el pasillo observándolo todo, no la había visto nunca y es raro que en su primera visita haya llegado tan lejos en la cola, la vez la habrá comprado. Ya solo nos faltan seis o siete, mañana conservaremos el número y reordenaremos la cola los que quedemos, habrá altercados pero más o menos funcionará.
En el pasillo hay unos barreños grandes de plástico donde la gente pone velas, para no manchar el parquet y la luz que producen, hacen bailar las sombras de los que esperamos sobre los cuadros y fotos familiares de la pared, sobre todo de la Deidad con los abuelos, en "Disney Paris" o en la playa, también en el zoo con un burrito. La cola es vigilada por un tío de la niña y por un vecino que lleva un brazalete de voluntario, papá y mamá no se separan de la mesa de la cocina donde la niña duerme cada mañana con un cola-cao delante y un zumo de naranja.
La señora de atrás entabla conversación, muy bajito, para que los vigilantes de la cola no nos regañen.
-Hola, me llamo Victoria, y es mi primer día.
-Hola Victoria, yo soy Alejandro, vaya lio, ¿eh?
-Pues sí, estoy muy impresionada, no me esperaba esto, menudo follón.
-¿Lo ha comprado?
Victoria es bajita y cada vez que hablamos se pone de puntillas y yo me bajo un poco para aproximarnos y que nuestras voces sean sólo un susurro.
-¿A qué se refiere?- Me pregunta ella, tan bajo que casi no la oigo.
-Al número.- Yo le indico el número del dispensador de la vez que hay en el portal y como casi todos, lo tiene plastificado.
-¡Ah, esto! Pues verá, es que mi marido hace tres días, era él quien venía. Lo he heredado, ¿sabe?
-¡Ah, valla!, entonces usted es la mujer de Federico.
-Sí, la misma.
-Cuanto lo siento, le acompaño en el sentimiento… ¿Qué le pasó?
-Usted lo ha dicho, le paso un camión de butano por encima, una lástima.
-Una gran pérdida.
-Gracias hijo.
-Y la santa ¿a qué hora deja de despachar?
-Victoria, no es una santa, es sólo una niña de seis años, puede llamarla la DEIDAD.
-Bueno, pues eso, la deidad, ¿cuándo cierra?
- Nunca se sabe, depende de muchos factores, por ejemplo de cómo haya dormido y el sueño que tenga.
-Vaya, y ¿hoy como cree usted que va?
Yo me salgo un poco de la fila y miro hacia la cocina, se ve al papa acariciando el pelo rubio de Clara, la niña DEIDAD que duerme sobre una tostada.
Una señora con lagrimones en los ojos le ha preguntado algo a la niña y ella con voz de dormida la está contestando, las babitas le caen por un lado de la cara y hacen que la tostada se convierta en un trozo blandorro de pan mojado y que fragmentos de miga babada se le peguen en la mejilla.
La señora que pregunta sale por el pasillo sofocando un llanto excesivamente escandaloso bajo un pañuelo, cuando pasa a mi lado veo a mi vecina Victoria heredera del difunto Federico como se lleva una mano a la boca un poco asustada, otro preguntador de la cola se pone al lado de la niña y le susurra al padre su pregunta al oído y este se la transmite a la niña.
-Parece que esa señora no se va muy contenta.-Dice Victoria preguntándose si está perdiendo el tiempo.
-A veces la niña no responde, porque no le apetece, otras lo que dice es incongruente o sólo lo entiende ella. El otro día un hombre le preguntó "Que era la vida", no olvide que tiene 6 años, respondió "Lo que perdió la mamá de Bambi, claro". Le aconsejo que le haga una buena pregunta o le contestará que "Si tiene un Pin y Pon para cambiar", como le dijo a un chico ayer.
-Usted ya sabe lo que le va a preguntar, ¿no?-Me pregunta la mujer.
-Pues verá, lo sabía, incluso por tres veces, pero no debía de ser una pregunta muy original porque ya la ha contestado, todos los días, en la Web de la niña DEIDAD la gente pone lo que la niña les ha contestado y en esas tres ocasiones alguien hizo la pregunta que tenía pensada, ahora sinceramente no se que preguntarle.
El preguntador nuevo ya había terminado. Al salir había un gran cántaro de la Central Lechera Asturiana de transporte de leche, fué la niña la que dijo que lo pusieran allí y que le hiciesen una ranura por donde la gente pudiese meter donativos. En el costado del cántaro hay un cartel que pone "DONATIVOS PARA LA DEIDAD", es decir, hay que pasar por caja, pues esto no es otra cosa que un entretenimiento más para mucha gente aburrida y un buen negocio para los papás.
La niña se revuelve en la silla por la hora que es y el tiempo que lleva contestando, es fácil que nos desalojen ya. Entonces, como una personal guardia de corps, la mamá, la tía, el vecino voluntario y el tío de la criatura hacen que todos nos marchemos por donde hemos venido. La niña se despertará como cualquier niño que ha echado una cabezadita en la mesa de la cocina, aunque ella sólo lo puede hacer sobre una blandita rebanada de pan de molde extra grande, se tomará el cola cao y no tardara mucho en salir con su papá por el portal con su mochila de "Hello Kitty" y sus botas de agua rojas con topitos blancos. Los tíos y el vecino voluntario se ocuparán junto con un municipal de que la multitud de la calle no la moleste, haciéndole preguntas despierta, porque la niña DEIDAD no sabe que lo es y lo de dormir en una tostada es algo que guarda en secreto y que pocas personas saben, o eso cree ella. Las rebanadas de pan con babas se venderán por internet.
Fin
06/10/2010
Ignacio Junquera

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